En una sociedad azotada por la pandemia, la paralización de la economía ha puesto a muchas empresas ante un difícil dilema: adaptarse o morir. Ante ello, la adaptación de los recursos humanos de la corporación a la situación actual es fundamental para su supervivencia. En esta situación, la mejor opción es la reestructuración de plantillas: el proceso por el cual una empresa ajusta su personal a su situación en el mercado y necesidades de producción.
El primer paso para reestructurar la plantilla es realizar un adecuado diagnóstico de la situación financiera, comercial y productiva de la corporación. Conforme al análisis financiero, la empresa debe determinar qué costes puede continuar asumiendo en relación con la gestión de sus recursos humanos. El análisis de la situación comercial y productiva, por su parte, está dirigido a establecer las necesidades de personal que tiene la empresa.
En suma, el diagnóstico de la situación tiene como objetivo establecer una relación adecuada entre las posibilidades financieras y necesidades de producción de la empresa y la distribución de su plantilla. Por ello, cuando la empresa se encuentra en dificultades económicas deberá acometer medidas de reestructuración de su plantilla.
Por su parte, cuando las necesidades sean coyunturales, las medidas de reajuste podrán ser de carácter más “liviano” o temporales, sin necesidad de recurrir al despido de trabajadores. En este caso, la situación puede solucionarse con medidas temporales de reducción de jornada o con la paralización en la contratación de trabajadores. Sin embargo, cuando una empresa atraviesa una crisis económica, o necesita acometer cambios estructurales en su plantilla, las medidas de reestructuración serán más drásticas.
Determinadas las necesidades de producción y posibilidades económicas de la corporación, la empresa deberá proceder a la reorganización de su plantilla para hacerla más eficiente. En este caso sí pueden ser necesarias medidas de ajuste del personal a la situación económica de la empresa, como los despidos o la modificación sustancial de las condiciones de trabajo.
En definitiva, el proceso de reestructuración de una plantilla, como medio para adaptarse a las circunstancias, debe ir siempre de la mano del análisis exhaustivo de la situación de la empresa y sus necesidades. Establecidas las necesidades y objetivos de la corporación, la Dirección podrá tomar las decisiones adecuadas para ajustar su organización a la situación.
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