¿Qué valor tiene el blockchain como medio probatorio en nuestro sistema jurídico?
La tecnología ha impregnado nuestra sociedad de novedosos productos y servicios que utilizamos en la vida cotidiana. Estamos viviendo una nueva revolución en la sociedad que va desde cómo nos relacionamos hasta cómo operamos en los mercados.
Una de las novedades que ha traído consigo el avance de la sociedad ha sido la tecnología blockchain, de la que ya todos hemos escuchado hablar, pero que aparece como incomprensible para muchos de nosotros. Esta nueva tecnología está produciendo cambios en múltiples sectores que nos afectarán directamente, siendo uno de ellos el legal.
Así, se habla de blockchain como medio de prueba en el proceso penal, pero no se trata de un medio probatorio más, sino que se trata de uno privilegiado por su propia naturaleza, ¿por qué? Por su propio funcionamiento.
Para explicar el carácter privilegiado del blockchain para probar determinados hechos, tendremos que realizar, en primer lugar, una breve explicación de cómo funciona a rasgos generales.
Tendremos que partir de la base de que el blockchain es una especie de registro, único y consensuado. Esta tecnología se sustenta en una base de datos formada por una cadena de bloques asegurados criptográficamente. Así, la información que proviene de una operación queda almacenada en un bloque, asociado al anterior y al posterior, de modo inalterable, pues esa información la almacenan todos los usuarios de la red en sus equipos –en una copia exacta–.
El blockchain, entre otras aplicaciones, sirve de soporte para usos comerciales y financieros. Normalmente, respecto a este tipo de operaciones depositamos nuestra confianza en instituciones financieras, que nos indican la trazabilidad de las operaciones económicas que se producen.
Respecto a las operaciones que realizamos a través de la tecnología blockchain, sin embargo, nuestra confianza se deposita en miles de usuarios conectados a la red, que validan una operación. Estos datos quedan encriptados, es decir, no se pueden modificar, tardando este proceso menos de diez minutos. La operación que se realiza por un usuario, de este modo, es validada por el resto y tal información queda registrada en los equipos de todos ellos, resultando imposible cambiarla –al contrario de lo que sucedería si la información la almacena una institución financiera, por ejemplo, pues puede hackearse–.
Por tanto, es fácil deducir qué valor probatorio tendrá en los procedimientos judiciales. Respecto a este medio de prueba no son necesarios largos argumentos de por qué es veraz, sino que la información derivada del mismo es cierta de por sí, por su propia naturaleza. Ha quedado registrado quién la realiza, cuándo, cómo y, además, no se ha podido alterar, pues miles de usuarios la han validado y tienen una copia exacta en sus equipos.
Esta nueva tecnología simplifica de un modo abrupto nuestra vida cotidiana, llegando incluso a provocar cambios en la práctica jurídica. Ahora sólo nos queda ser conscientes de lo que ello supone y hacer un buen uso de lo que el avance de la ciencia nos ofrece.
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