Las Startups son aquellas empresas de nueva creación, dedicadas a comercializar sus productos a través de un uso intensivo de las tecnologías de la información. Es precisamente ese fuerte componente tecnológico el que permite un crecimiento rápido al agilizar el crecimiento de la sociedad a un coste inferior a las sociedades más tradicionales.
La práctica más habitual en este tipo de sociedades no es que los socios aporten todos los recursos financieros necesarios para desarrollar la actividad prevista, sino que lo más habitual es conseguir la financiación a través de terceros, mediante aportaciones de capital a la sociedad. En este tipo de sociedades de nueva creación, puede llegar a ser complicado conseguir financiación por parte de las entidades bancarias, ya que en una fase tan temprana de la vida de la sociedad no siempre es posible ofrecer algún tipo de garantía, y, por ello, son consideradas como sociedades de riesgo.
En ese sentido, como hemos comentado, lo habitual es que los socios se vean obligados a utilizar recursos propios para financiar a la sociedad en sus primeros meses de actividad, y la forma de conseguir los mismos suele ser a través de las denominadas “Rondas Triple F (Family, Friends and Fools) de financiación”, en las que los participantes en esta primera ronda de financiación son los amigos y familiares de los socios, por ser este el entorno más cercano al emprendedor. Por ello, es, en teoría, más sencillo convencerles acerca de la idoneidad del proyecto y de su colaboración en el mismo.
Otra línea de financiación que deben tener en cuenta los socios en la etapa inicial son los préstamos participativos públicos, emitidos por los poderes públicos para fomentar el emprendimiento y la innovación. Estos no suelen exigir ningún tipo de garantía personal o real, al contrario que los préstamos de las entidades de crédito.
Con ese tipo de préstamos, las startups, se permiten mejorar su fondo de maniobra al incorporar esa deuda en los libros de la sociedad, financiando el activo corriente con pasivo no corriente, evitando así, caer en una situación de desequilibrio financiero a corto plazo.
En ese sentido, se debe tener siempre presente que, en ningún caso estos préstamos participativos deben capitalizarse en las cuentas de la sociedad como si fuera una ampliación de capital.
Por último, una vez se ha superado la fase inicial de financiación, es recomendable iniciar una nueva ronda de financiación para conseguir mayor estabilidad en la sociedad. Para ello, hay diferentes tipos de inversores que suelen actuar en esta fase, como son:
- Business angels: Son inversores particulares que deciden invertir en las etapas más iniciales de los proyectos de este tipo de empresas, que no suelen tener experiencia previa.
No solo aportan capital, sino que pueden aportar conocimiento en el sector, así como contactos.
- Venture capital: Estos inversores se encuentran siempre en búsqueda de nuevas oportunidades de inversión, y suelen invertir en las startups a cambio de una participación en el capital de la sociedad.
- Crowdfunding: Se trata de redes de micro financiación en la que un gran número de inversores financia un proyecto. Puede ser de dos tipos:
- Equity: se invierte dinero a cambio de participación en la sociedad.
- Product: se invierte dinero a cambio de conseguir bienes o servicios determinados.
ARTÍCULOS RELACIONADOS